«Los acontecimientos del 17-D». Número especial de “La Verdad”, órgano de prensa de CPDS, sobre los 50 años de Independencia de Guinea Ecuatorial.CPDS

Los hechos, conocidos también como “El 17-D”, tuvieron lugar el día 17 de diciembre de 1992, cuando decenas de dirigentes y militantes de la oposición, profesores y estudiantes, fueron detenidos y encerrados en la Comisaría Central de Malabo, donde acabaron siendo brutalmente maltratados.

Orígenes del “17-D”. Todo en la vida tiene un principio, un momento en que se gesta un hecho antes de desencadenarse. A finales de 1991, se aprueba la reforma constitucional que reconoce el pluralismo político, un año después de que se fundara CPDS en la clandestinidad, y el régimen elabora unilateralmente las leyes del proceso de democratización, a las que este partido se opone y denuncia en LA VERDAD, su órgano informativo. Por la difusión de LA VERDAD y de octavillas esparcidas por las ciudades del país, CPDS se da a conocer, al tiempo que el régimen dictatorial jura descubrir y acabar con sus dirigentes, que aún permanecen en la clandestinidad. A principios de 1992, se forma el mal llamado “Gobierno de Transición”, encabezado por Silvestre Siale Bileká, como Primer Ministro. Poco tiempo después, tras interceptar la policía, en el aeropuerto de Malabo, un envío que contenía ejemplares de LA VERDAD, se desencadena una feroz redada contra los dirigentes de CPDS. Primero se detiene a Plácido Micó Abogo, que es conducido a Black Beach y bárbaramente torturado en Punta Fernanda. Le siguen Celestino B. Bacale, José Luis Nvumba y José Antonio Dorronsoro, mientras que Fernando Abaga y Arsenio Moro, ambos funcionarios del PNUD, se refugian en la sede de este organismo internacional en Malabo.

Mientras CPDS se prepara para la celebración del juicio anunciado por el Gobierno para procesar a sus dirigentes, Obiang los indulta a todos con ocasión de su natalicio el 5 de junio de 1992.

A principios del mismo mes de junio, dos partidos políticos, Unión Popular (UP) y Convención Liberal Democrática (CLD)), son legalizados. En otoño se legaliza a otros más: Alianza Democrática Progresista (ADP) y Partido del Progreso (PP).

El 1992 es el año de mayor efervescencia política en la oposición, que busca su unidad entre los partidos legalizados y no legalizados: en julio se crea el Bloque de Oposición Democrática (BOD) y, dos meses más tarde, se disuelve para dar lugar a la Plataforma de Oposición Conjunta (POC, fundada en octubre del mismo año. En la POC están mezclados todos los partidos, incluido CLD, cuyo líder, Alfonso Nsue Mokuy, es sospechoso de espiar para Obiang. Todos los dirigentes de la POC parecen tener el mismo pensamiento: “No importa, todos somos de la oposición, todos queremos acabar con la dictadura y establecer la democracia. Así que, entre nosotros, no hay espías ni los puede haber.”

El detonante del “17-D”. El día 9 de diciembre, Celestino B. Bacale Obiang, uno de los líderes y fundadores de CPDS, por entonces Profesor de Apoyo en el Instituto Nacional de Enseñanza Media “Rey Malabo”, mantiene una discusión en un bar con Alfonso Nsue Mokuy, líder de CLD; bromeando, le dice a este que mandará a sus alumnos para que le peguen. Nsue Mokuy no pierde el tiempo y sale corriendo a ver a Armengol Ondo Nguema, hermano de Obiang y, por entonces, Director General de Seguridad; le dice a Ondo que teme por su vida porque Bacale le ha amenazado con enviar a sus muchachos a darle una buena paliza.

Armengol les tiene muchas ganas a los dirigentes de CPDS, que se habían salvado por los pelos gracias al indulto de junio. Así que se le presenta otra oportunidad, y no piensa desperdiciarla. El jueves 10 de diciembre, precisamente el día de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Ondo ordena la detención de Celestino Bacale, sin orden judicial y, sin tomarle declaración, es encerrado en una celda de la Comisaría Central de Malabo. El mismo día, se reúne la Ejecutiva de CPDS, partido todavía no legalizado, y toma la decisión de convocar una huelga en el Instituto Rey Malabo si Bacale no es liberado ni puesto a disposición judicial en un plazo de 72 horas, como dice la ley.

La decisión se comunica a los profesores durante una cena en el restaurante “4 Ases”. El sábado, 12 de diciembre, los profesores redactan un manifiesto en el que denuncian las violaciones de los derechos humanos en el país y el desprecio a los docentes, y se declaran en huelga hasta la liberación de su compañero.

El lunes, 14 de diciembre, los profesores hacen efectiva la huelga en el INEM “Rey Malabo” a `partir de las 8 de la mañana. El éxito es total. Aparecen los primeros movimientos de la Policía, y el vehículo del Comandante Francisco Edu Ngua es apedreado cuando intenta entrar en el recinto escolar.

El Presidente Obiang y todo su equipo gubernamental se encuentran en Bata, donde tienen lugar los festejos de la Cumbre de la UDEAC, por lo que la máxima autoridad del ministerio de Educación es Santiago Bivini, el Secretario General. Al tiempo que Bivini convoca a todos los profesores para una reunión urgente el día 15 para buscar una solución al problema, el mismo día 24 envía un comunicado por radio y televisión en los siguientes términos:

“Se comunica a los estudiantes y al público en general, que por problemas con el ajuste de los horarios de los profesores, no ha habido clases en el día de hoy en el INEM Rey Malabo. Mañana, 15 de diciembre, las clases se retomarán con toda normalidad”.

Aquel 15 de diciembre, se produjo la reunión, muy tensa. Los profesores exigieron la liberación de su compañero, y Bivini les pidió volver a sus clases aquella misma tarde. Tras una larga discusión, se acordó la vuelta a clase aquella misma tarde, con la promesa de que Bivini iría a ver a Armengol Ondo al día siguiente para liberar a Bacale, y venir con él al Centro para presentarlo a sus compañeros.

Así, pues, los profesores reanudaron las clases la tarde del 15 de diciembre y continuaron con las mismas hasta las 13 horas del día siguiente, antes de volver a reunirse con Bivini. Cuando llegó este, estaba acompañado de los directores generales de Enseñanza Media y Superior, el pastor Eulogio Obiang Mba, y de Planificación, José Ondo Afang, no estaba Bacale con ellos. Bivini tomó la palabra diciendo que su gestión había sido un “éxito”. “¿Y dónde está Bacale?” “¿Qué ha dicho Armengol?”, le preguntaron los profesores. Bivini respondió que, tras más de una hora en la antesala de Ondo Nguema, solo le pudo recibir un comisario. “¿Un Secretario General esperando una hora en la antesala de un Director General, y este no le recibe?” “¿Dónde está Bacale?”, insistieron los docentes, a lo que Bivini respondió que iba a seguir pidiendo a Armengol que lo liberase, y que era “optimista”.

Ante lo que parecía una tomadura de pelo a los profesores, estos abandonaron la reunión y se marcharon definitivamente a sus casas. Inmediatamente, el Secretario General de Educación envió un nuevo comunicado a los medios: “Resuelto satisfactoriamente el problema de desajuste de horarios, las clases continúan con absoluta normalidad en el INEM Rey Malabo.” Era evidente, pues, que Bivini trataba de ocultar la huelga desinformando a la población.

El día 17 de diciembre de 1992. Era un día soleado, casi navideño. Al escuchar el comunicado de Educa-ción asegurando que las clases se desarrollaban con normalidad, los alumnos se fueron al INEM a las siete y media de la mañana; pero no había profesores. Los estudiantes empezaron a esperar hasta que se juntaron con ellos los del turno de la tarde. Eran las trece horas y el recinto del instituto estaba lleno a rebosar de alumnos de ambos turnos. Se sentían engañados por el Ministerio de Educación; les habían mentido diciendo que las clases se desarrollaban con normalidad. No iban a dejarlo así; tenían que manifestarse ante la sede de ese ministerio. Iniciaron la marcha miles de estudiantes que colapsaron la Avenida Hassan II hasta lo que es hoy la rotonda de la UNGE. Entre los manifestantes se infiltraron elementos ajenos a los estudiantes.

Una vez en la rotonda, la marcha tomó la calle Rey Malabo, en dirección al ministerio de Educación. Sin embargo, al llegar al cruce del Claret, los elementos infiltrados, que iban al frente de los manifestantes, desviaron la marcha y la dirigieron al Mercado Central de Malabo. El mercado fue reventado: un millar de estudiantes y oportunistas hicieron volar las mesas por los aires mientras las vendedoras huían en todas las direcciones, al tiempo que los propietarios trataban de cerrar sus puestos comerciales o salvar el pellejo.

La policía, que parecía esperar los acontecimientos, hizo acto de presencia en menos de un cuarto de hora: mientras unos efectivos repartían porrazos y patadas a los jóvenes, otros se ocupaban de detener a todo aquel o aquella con camisa blanca y pantalón o faldas azules. Se inició la caza al estudiante. El jefe del operativo fue el entonces Comisario de Seguridad Ciudadana, Timoteo Mebiame Esono, más conocido como “Adjinaná”.

Los policías se organizaron en varios grupos: uno perseguía por las calles de Malabo a los estudiantes, el otro detenía a los profesores en sus casas o donde los encontraba, el tercero arrestaba a los curas, y el cuarto grupo, más activo y encabezado por Adjinaná, se encargó de cazar a los líderes de los partidos de la oposición, legalizados y no legalizados, incluidos ex militares. Uno de estos fue el excapitán Lucas.

Las calles se quedaron desiertas, sin circulación de personas ni de vehículos, solo los de la policía, que recorrían las calles con sirenas en busca de jóvenes vestidos de blanco y azul, o para conducir a los detenidos a las dependencias policiales. La Comisaría central se llenó y, al no haber espacio para tanta gente, se tuvo que poner fin a la detención de los estudiantes bien entrada la noche.

Se dio la circunstancia de que aquel mismo día, el Gobierno, habiendo sido informado de lo que planeaban los estudiantes, ordenó el traslado del detenido Celestino Bacale al Juzgado de Primera Instancia, que hizo unas diligencias rapidísimas y lo puso en libertad.

Dos horas más tarde, Bacale volvió a ser detenido en su casa y conducido nuevamente a la Comisaría central.

Se reúne la Comisión de Crisis de la POC.

La POC (Plataforma de Oposición Conjunta) tenía una comisión encargada de reunirse de urgencia cuando se producían situaciones de emergencia o de crisis. Y la detención de tanta gente indicaba que había crisis, por lo que se convocó una reunión de todos los líderes de los partidos políticos de la oposición, acompañados de un miembro más de su partido. La presidencia semanal de la POC le correspondía al partido Alianza Democrática Progresista (ADP), en cuya sede tuvo lugar la reunión, a las 18 horas de aquel 17 de diciembre.

Todos los líderes en plaza acudieron puntuales a la reunión, y el único que no asistió fue el líder de la CLD, Alfonso Nsue Mokuy. Mientras estaban reunidos, alguien avisó a Adjinaná de la reunión y del lugar. Mientras habían recorrido la ciudad y sus barrios buscando a líderes de la oposición, resultaba que Adjinaná y sus muchachos los iban a arrestar a todos juntitos, reunidos en el mismo local. Dios estaba con el comisario. Así que se dirigió rápidamente a la Avenida de la Libertad, al edificio que luego sería conocido como “Diana Décor”, sede del partido ADP y lugar de reunión de la Comisión de Crisis de la POC. Le acompañaban dos vehículos policiales. Nada más llegar, los policías dieron una patada a la puerta y, pistola en mano, Adjinaná gritó: “¡Alto o disparo! Todos a salir con las manos en alto.”

Uno a uno, los opositores empezaron a abandonar la reunión. Entre ellos, estaban Angel Obama (CPDS), Domingo Abuy (UP), Francisco Mabale (PSD), Miguel Eson Eman y Casiano Mesi (APGE), José Mecheba Ikaka (UDENA), José Pablo Nvó (PP), Santos Pascual Bicomo (PL) y otros más. Mientras unos policías metían a los opositores en los vehículos a patadas, otros registraban la sede y requisaban los documentos y material de oficina.

Torturas salvajes. Una vez que llegaban a la Comisaría central, los detenidos eran sacados de mala manera de los vehículos, entraban en un “pasillo” de policías que empezaba desde la acera hasta el interior de la comisaría. Cada policía del “pasillo” estaba armado con una porra, con la que golpeaba a los detenidos antes de que estos alcanzasen el interior de las dependencias policiales. Ya en el patio interior, donde esperaba otro nutrido grupo de policías y civiles miembros de la llamada “seguridad”, empezaba la orgía de palizas: los detenidos eran brutalmente golpeados por todo el cuerpo, incluidos los genitales y la planta de los pies. Otros policías echaban sobre los torturados cubos de aguas fecales. Después obligaban a los detenidos a desnudarse y a echarse al suelo en el interior de la nave donde se acumulaban varias decenas de personas maltratadas.

En esta nave, se encontraban, además de los detenidos durante la reunión de la POC, otros opositores detenidos en la calle o en sus casas, y numerosos profesores, como Juan Nzo Ondo, Julián Bibang Oye, Daniel Nguema Ondo, Casimiro Nguema, Celestino Bacale, Andrés Esono, Leoncio Abeso, Vicente Abeso, José Luis Elema; opositores como Santos Pascual Bikomo (PL); Miguel Asumu, Domingo Abuy, Carmelo Osa Mokong y Emilio Ndong (UP); José Mecheba Ikaka (UDENA), José Pablo Nvó (PP), Francisco Mabale Nzeng (PSD), o Miguel Eson Eman y Casiano Mesi (APGE). Salvo Julián Bibang, Daniel Nguema, Leoncio Abeso y Casimiro Nguema, todos los profesores eran de CPDS.

Los últimos detenidos en llegar aquella noche fueron los sacerdotes Pedro Nkogo Eyi y Luis María Ondo Mayé. Nkogo Eyi, al que el régimen acusaba de opositor y futuro candidato de la oposición a las elecciones presidenciales de 1996, fue especialmente humillado.

La otra nave, en la que se encontraban los estudiantes, también estaba llena a rebosar. Al día siguiente, 18 de diciembre, los embajadores de Estados Unidos (John Benet), España (Arturo Avello Díaz del Coral) y el Representante Residente del PNUD (Markus Bisapaa), se personaron a la puerta de la Comisaría central, pidiendo ver a los detenidos. La petición fue denegada y, además, fueron obligados a abandonar la comisaría por orden del entonces Ministro Secretario General, Ricardo Mangué Obama.

La llegada de Manuel Nguema Mba. Aquella misma noche, la del 18 de diciembre, llegó Manuel Nguema Mba, primo materno de Obiang y entonces Secretario de Estado de Seguridad Nacional. El Comandante Nguema Mba ordenó sacar a todos los detenidos al patio y les dijo que él, que estaba en Bata con el Presidente, si se hubiese encontrado en Malabo en el momento de los hechos, habría ordenado el fusilamiento de todos los opositores ahí detenidos; y puesto que no había podido fusilar a nadie, ordenó a sus policías dar 25 porrazos en la planta de los pies a cada detenido, incluso a los que ya no podían andar. Después de estos 25 gomazos, el detenido era obligado a correr dentro del patio, con un policía golpeándole detrás. Aquella noche, acompañaban a Nguema Mba, entre otros, el entonces comisario jefe superior, Diosdado Nguema Eyi; el ya famoso Adjinaná y varios jóvenes del régimen, entre ellos el llamado Djudju.

Las lesiones y secuelas dejadas por aquellas palizas acabaron posteriormente con la vida de muchos, mientras otros las siguen padeciendo.

Ante las críticas internacionales por ese escándalo, dos días después se liberó a los curas y a los considerados líderes políticos, dejando en el cautiverio al resto. Conforme pasaban los días, iban siendo liberados muchos estudiantes, hasta quedar una veintena de ellos. Una semana después, el juez de Primera Instancia e Instrucción, Leoncio Andrés Ondo Esono, siguiendo instrucciones, envió a Black Beach a los profesores Julián Bibang Oye, Daniel Nguema Ondo, Ángel Obama Obiang, José Luis Elema Borengue y Andrés Esono Ondo.

Otra semana pasó hasta que, el 31 de diciembre, salieron todos en libertad a raíz de un indulto decretado por Obiang un día antes.

A principios de enero de 1993, los profesores hicieron un segundo manifiesto, en el cual denunciaban su detención arbitraria y las torturas sufridas, y pedían al Gobierno castigar a los culpables.

A la reanudación de las clases tras las vacaciones navideñas y un primer trimestre incompleto, el ministro de Educación, Antonio Pascual Oko Ebobo, lejos de convocar a los profesores para analizar la situación creada como consecuencia del 17-D, envió un escrito al INEM Rey Malabo anunciando que quedaban sin efecto los contratos de trabajo de los profesores firmados con el departamento de Educación. Según el escrito de Oko, cualquiera que quisiese continuar como profesor en dicho centro, debía enviar una instancia a su departamento solicitando su reincorporación.

Profesores de Apoyo.

A partir de 1986, empezaron a regresar a su país los profesores de la Cooperación Española que se habían ocupado de impartir clases, básicamente, en el Bachillerato Superior en los institutos de Enseñanza Media de Bata y Malabo. En 1987, se puso en marcha la contratación de Licenciados, Ingenieros y Diplomados guineanos para cubrir las vacantes causadas por la marcha de un insigne miembro del régimen, antes director del INEM Rey Malabo, y Secretario de Estado de Educación desde 1992, era Federico Edjó Ovono, doctor en Física a quien no le caían muy bien los profesores de apoyo formados en España. La huelga de profesores del 17-D, promovida por aquellos, le dio la oportunidad de ser, junto con Oko Ebobo, el artífice de la ruptura con España en lo que se refiere al aval de este país al Bachillerato guineano.

Los Profesores de Apoyo hicieron un recurso dirigido al ministro de Educación, Oko Ebobo, quien, mediante resolución, se negó a readmitirlos y justificó, a su manera, el despido de estos. Después, el propio Ministerio dictó una orden, en virtud de la cual quedaban “inhabilitados” para el ejercicio de la docencia, entre otros muchos, Ángel Obama Obiang, Andrés Esono Ondo, Juan Nzo Ondo, Vicente Abeso Mbuy, José Luis Elema Borengue, Celestino Bacale Obiang, Justino B. Mba Ondo y Máximo Mikó Ondo, todos ellos profesores de apoyo en el Rey Malabo.

Como curiosidad, la mayoría de esos profesionales, vetados en centros públicos del país, son o han sido profesores en el Colegio Español, donde estudian los hijos de ministros y dirigentes del PDGE.

Consecuencias del 17-D.

Tras los lamentables acontecimientos, que mostraron la verdadera cara del régimen pese al inicio del proceso de democratización, el Gobierno del PDGE empezó a recibir críticas de todas partes: prensa internacional, organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos y gobiernos de países democráticos. La Iglesia Católica guineana, dos de cuyos miembros habían sido brutalmente torturados, no se pronunció sobre los hechos.

los cooperantes españoles. Eran los llamados “Profesores de Apoyo”, en su mayoría egresados de las universidades españolas. Esos “docentes de emergencia”, como los calificó un miembro del régimen, eran pagados por la Cooperación Española, y sus salarios, sin ser de otro mundo, triplicaban el de los ministros de entonces.

Legalización de más partidos políticos.

A principios de febrero de 1993, el Presidente de la República legalizó, ante la sorpresa general, varios partidos más de la oposición: Acción Popular de Guinea Ecuatorial (APGE), Convergencia Social, Democrática y Popular (CSDP), Convergencia para la Democracia Social (CPDS), Partido de la Coalición Social Demócrata (PCSD), Unión Democrática Nacional (UDENA), Partido Social Demócrata (PSD), y Unión Democrática y Social (UDS). Meses después, serían legalizados el Partido Socialista de Guinea Ecuatorial (PSGE) y el Partido Liberal (PL).

El Pacto Nacional. A la legalización de partidos políticos, acompañaba la convocatoria de una reunión de negociación entre el Gobierno y los Partidos Políticos, llamada Pacto Nacional Vinculante. Las reunieron tuvieron lugar en la antigua sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, del 10 de febrero al 16 de marzo de 1993.

Degradación de la calidad de enseñanza y retirada del apoyo de España.

La expulsión de los profesores de apoyo supuso un mazazo al nivel de formación que venían recibiendo los alumnos de la enseñanza media. Tras varios meses esperando, en vano, que el Gobierno de Guinea Ecuatorial resolviese el problema y readmitiera a los profesores expulsados, España anunció la retirada del programa de Profesores de Apoyo y dejaba, por tanto, de financiar sus salarios. Es más, por la degradación de la calidad de enseñanza ocasionada por la situación descrita, España anunció que retiraba también el aval de la Universidad Complutense al Bachillerato guineano. Esta decisión implicaba que el Preu con Madurez de Guinea dejaba de tener acceso directo a las universidades españolas y de las Unión Europea.

La reacción del Gobierno de Guinea Ecuatorial fue el anuncio de que la UNESCO avalaría el Bachillerato guineano (cosa insólita), y tras varios meses de incertidumbre, se creó un programa de formación de profesores de Bachillerato, dirigido por la famosa Rubí: estudiantes con o sin el Preu, eran sometidos a cursos que les convertían en profesores de un nivel que ellos mismos no habían superado satisfactoriamente.