Salud y homofobia de Estado en Guinea Ecuatorial

Implicación de policías, militares e iglesias en la salud sexual de las personas homosexuales

Por Trifonia Melibea Obono

Día Internacional para la Erradicación del VIH/Sida 2022

“Las matrículas de los vehículos que conducen los varones que demandan los servicios sexuales de adolescentes gais y transgénero son diversas. Las más importantes son de dos tipos, reconoce el 40% de las personas encuestadas: la matrícula PMC plasmada en los vehículos de marca Prado—cuyo significado es el Parque Móvil Civil y engloba a los vehículos propiedad del Estado que están en manos de las personas que ostentan cargos en las instituciones públicas—, y la matrícula FAS —Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado—. Las marcas de los vehículos personales que conducen los tratantes y que en Guinea Ecuatorial están en manos de personas de clase alta, también fueron citadas: Land Cruiser (11%), Dji Glas (14%), Hummer (11%), Mercedes (8%), Tuareg (11%), y otros vehículos de alta gama”[1].

Naciones Unidas, para descentralizar su labor de erradicar el VIH / Sida en el mundo, instituyó la variable población clave. Los grupos humanos identificados como poblaciones clave se definen a partir de tres características. Primero, se distinguen por comportamientos específicos de gran riesgo (en el caso de las personas homosexuales, ONUSIDA subraya las prácticas sexuales entre varones). Segundo, presentan una especial susceptibilidad a contraer el VIH, independientemente del tipo de epidemia y del contexto local. Tercero, suelen enfrentarse a problemas jurídicos y sociales a causa de estos comportamientos que aumentan su vulnerabilidad al VIH / Sida.

En este artículo se analizará la tercera característica distintiva de las poblaciones clave porque Guinea Ecuatorial está reconocido, en África central, como uno de los países que registran un índice más alto de personas seropositivas, en parte, porque se mantienen tradiciones ancestrales que constituyen un caldo de cultivo para la proliferación del virus: la poligamia, la trata de menores y de mujeres con fines de explotación sexual y laboral, la negación cultural de la enfermedad y la definición de esta como cosa de blancos y de personas negras con muy mala suerte, la debilidad de las instituciones públicas y su incapacidad de solucionar un problema de salud pública, la ignorancia (la mediocridad promocionada por los poderes públicos), etc.

  1. Las vías de contagio del VIH están normalizadas como terapias de conversión

Las personas LGTBIQ+ están reconocidas por la ONU como población clave y la incidencia del VIH / Sida en esta comunidad es muy alta, según fuentes de la asociación feminista y pro derechos de las minorías sexuales Somos Parte del Mundo. Y es que la Iglesia católica, la Iglesia reformada, la Iglesia evangélica, las curanderías, y las academias de formación militar y policial, constituyen las principales instituciones que, requeridas por las familias, implementan terapias de conversión —curación de la homosexualidad— en la República de Guinea Ecuatorial. Estas instituciones diagnostican la disidencia sexual con ayuda de la sabiduría ancestral y del fascismo, como una enfermedad, una desviación y perversión de la sexualidad establecida por Dios, un virus contagioso, brujería, posesión de espíritus malignos, un peligro social que combatir, un escándalo público, etc.

En Guinea Ecuatorial, a nivel social, se desconoce que, en el año 1990, la Asamblea General de la OMS eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Y los poderes públicos que, sí saben de los avances de las Naciones Unidas en esta materia, no tienen voluntad política para que los cambios en la comunidad LGTBIQ+, al menos en materia de salud, sean contundentes.

A pesar de la diversidad de instituciones enfocadas en el cambio de orientación sexual, las familias priorizan —en el caso de varones gais y cisgénero— la capacidad resolutiva de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de las Iglesias, por varias razones. Las dos garantizan discreción, teniendo en cuenta que las familias sufren violencias de las comunidades y de los poderes públicos cuando se descubre que tienen  descendencia homosexual[2]. Las dos garantizan impunidad por su cercanía al régimen político —que es una dictadura—, por lo que el ejercicio de la violencia está contemplado como una estrategia efectiva para una “enfermedad”, la homosexualidad, concebida jurídica y culturalmente al margen de los postulados de la ONU, una organización que acoge a Guinea Ecuatorial como Estado miembro. 

Las academias que forman a militares y policías, más otros cuerpos de seguridad del Estado, recluyen año tras año a varones homosexuales cisgénero en plena adolescencia con fines curativos. Las familias y la élite castrense conjeturan una curación inequívoca. Y es que no se curan. Progresan económicamente una vez que se incorporan a la profesión con una rapidez vertiginosa ascendiendo hasta los estratos más altos de la estructura castrense. Un buen grupo entra en matrimonio con al menos tres esposas. Ninguna de las esposas conoce el paradero del esposo compartido, excepto para fines reproductivos y de representación clánica o familiar.

Las familias, afortunadamente, se tranquilizan con la normalización del adolescente convertido en hombre adulto. Sin embargo, una vez que el agente se asienta en el armario con recursos económicos, empieza a disfrutar con discreción de su diversidad sexoafectiva, siempre que los amantes sean menores de edad, vulnerables, garantes de una vida sexual, la suya, que en ningún caso puede ser visibilizada. Son menores que tienen necesidades alimenticias porque han sido repudiados por las familias. Son menores que necesitan huir de las terapias de conversión impuestas por las familias. Son menores no escolarizados. Son menores que carecen de hogar. Son menores que no tienen acceso a los derechos de ciudadanía por su condición LGTBIQ+. Son menores que se someten a la norma de verlo solo en las noches, en viviendas aisladas y ubicadas en barrios de clase alta. Son menores que no pueden imponer el uso de preservativos en las relaciones sexuales.

El antropólogo alemán Günther Tessmann, narra a través de su obra Los Pamues (los Fang)[3], entre otros aspectos de las tradiciones fang los mitos de acceso al poder. Las niñas y mujeres transgénero, recoge, son un aliciente para ascender en política: sobreviven entre la marginalidad y el deseo, no puramente sexual, sino medicamentoso. Se cree que un varón con poder, un varón que requiere poder, y se acuesta con ellas, sin protección, asciende en los cargos y se garantiza crecimiento en la estratificación social, política y económica del entorno.  

La búsqueda de los cuerpos de las niñas y mujeres transgénero por parte de hombres que ostentan cargos —o pretenden volar alto— en las instituciones públicas no es noticia en Guinea Ecuatorial. En las calles, por ejemplo, cuando se producen redadas, agresiones homófobas y otras violencias, la sociedad aconseja a los agresores, casi siempre varones heterosexuales, militares o policías, que tengan cuidado con los maricones porque “tienen contactos”. Esta expresión, en una Guinea Ecuatorial corrupta, significa que las autoridades pueden saltarse la ley para proteger a una persona castigada por las normas y las costumbres, es el caso de las personas LGTBIQ+, cuya personalidad jurídica adquirida al nacer por imperativo legal, está derogada por las costumbres y las leyes.

Somos Parte del Mundo acaba de publicar su informe[4] titulado Homofobia de Estado. Encuesta sobre Trata de Personas con fines de Explotación Sexual y Laboral en la República de Guinea Ecuatorial: el caso de las Minorías Sexuales, basado en una muestra de 305 personas, todas LGTBIQ+. El contenido recoge datos específicos sobre violencia sexual ejercida como terapia de conversión por Iglesias, militares y policías de alto rango. El 20% de niñas y mujeres transgénero encuestadas reconoce haber sufrido violencia sexual con fines de curación de la homosexualidad a manos de sacerdotes y pastores miembros de determinadas Iglesias. La parroquia Santuario Claret[5], la Iglesia EPI[6], y el Santuario de San José[7] lideran la lista. Las Iglesias protestantes Monte Sión, Asamblea de Dios, Jesucristo Universal y Testigos de Jehová, también recibieron mayor porcentaje de señalización.

Un buen grupo de sacerdotes y pastores de Guinea Ecuatorial realiza curaciones religiosas de corte occidental y son curanderos tradicionales. Las familias que buscan tratamientos contra la homosexualidad de sus descendientes visitan y encuentran remedios en los pastores, sacerdotes y curanderos y curanderas. Las niñas y mujeres transgénero que, según las familias están enfermas de homosexualidad, se alojan en sus casas de curación durante semanas y meses. Los varones que buscan ascenso en política, economía y sociedad, escarban en las curanderías e Iglesias sobre los tratamientos a seguir para mantener el estatus actual, empezar, o subir de escalón. Saben que el régimen se sostiene gracias a la impunidad de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado, con ayuda del Vaticano —encargado de controlar las mentes del pueblo— manifestado en sacerdotes y obispos negros y guineanos.

Las familias, cuando llevan a sus descendientes a las casas de curación, lo hacen con toda la confianza en los sacerdotes, pastores, curanderos y curanderas. Algunas desconocen que la violencia sexual es una terapia de conversión normalizada. Otras están al corriente de la realidad, pero la curación de la persona LGTBIQ+ para librarse de vergüenza y violencia de los poderes públicos es más significativa que la salud física y mental de una persona “enferma de homosexualidad”, un mal combatible que puede llevar al desastre a toda la familia y al clan.

El negocio de los cuerpos de las niñas y mujeres transgénero está asegurado. Las Iglesias y curanderías cobran dinero de las familias a cambio de las terapias de conversión. Para llegar a los tratamientos—los cuerpos de niñas y mujeres transgénero—, los varones que precisan de ascenso social les pagan a las curanderías, sacerdotes y pastores con el fin de llegar a las y los “enfermos de homosexualidad” que se alojan en sus espacios de sanación.

Los varones gais son castigados en las academias de militares y policías por las familias para que se conviertan en heterosexuales, pero luego hacen carrera castrense y llegan a los puestos más altos. Un buen grupo de estos varones utiliza los espacios de curación de la homosexualidad para captar a menores con fines de explotación sexual. El negocio es tan rentable que en la República de Guinea Ecuatorial ya no solo son víctimas de la explotación sexual los adolescentes gais además de niñas y mujeres transgénero, sino cualquier menor heterosexual vulnerable en un entorno que no protege los derechos de infancia, lo que hace del país un atractivo para el turismo sexual con niños.

Transporte y trata de personas

El Informe Homofobia de Estado. Encuesta sobre Trata de Personas con fines de Explotación Sexual y Laboral en la República de Guinea Ecuatorial: el caso de las Minorías Sexuales revela asimismo que la clase alta del cuerpo castrense y determinados miembros del Gobierno tienen bien organizada una red de trata de niños varones con fines de explotación sexual y laboral. El transporte de las víctimas, una vez realizada la captación, se lleva a cabo en el barco Anfibio, propiedad de los Ministerios de Defensa y Seguridad, ambos dependientes de la Vicepresidencia Encargada de Defensa y Seguridad Nacional, cuyo responsable es Teodoro Nguema Obiang Mangué.

Ceiba Intercontinental, la única aerolínea propiedad del Estado, también se utiliza para el traslado de menores gais y niñas y mujeres transgénero exclusivamente cuando realiza viajes de Estado, reconoce la mayoría de niñas y mujeres transgénero encuestadas.

Un indicador importante que ayudó a conectar la red de trata de personas con los poderes públicos lo constituyen los vehículos que utilizan los tratantes, ya que los/las menores se niegan a revelar sus identidades si no es a cambio de seguridad, tanto de sus vidas como de familias. Temen que las Iglesias, las Fuerzas Armadas y de Seguridad del Estado, amigadas con el régimen político, provoquen daño en su entorno.

Las matrículas de los vehículos que conducen los varones que demandan los servicios sexuales de adolescentes gais y transgénero son diversas. Las más importantes son de dos tipos, reconoce el 40% de las personas encuestadas: la matrícula PMC plasmada en los vehículos de marca Prado—cuyo significado es el Parque Móvil Civil y engloba a los vehículos propiedad del Estado que están en manos de las personas que ostentan cargos en las instituciones públicas—, y la matrícula FAS, Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Las marcas de los vehículos personales que conducen los tratantes y que en Guinea Ecuatorial están en manos de personas de clase alta también fueron citadas: Land Cruiser (11%), Dji Glas (14%), Hummer (11%), Mercedes (8%), Tuareg (11%), y otros vehículos de alta gama.

La alta incidencia del VIH / Sida en personas homosexuales no es incompatible con la teoría de las Naciones Unidas sobre poblaciones clave: es respetable. No obstante, la desprotección jurídica de las minorías sexuales y su abandono en manos de instituciones públicas de impunidad legendaria, constituye la principal causa de que la incidencia del VIH / Sida en las personas LGTBIQ+ guineanas sea alta, sensiblemente, en comparación con la población heterosexual.


[1] https://www.somospartedelmundo.info/documents.html (párrafo extraído del Informe Homofobia de Estado. Encuesta sobre Trata de Personas con fines de Explotación Sexual y Laboral en la República de Guinea Ecuatorial: el caso de las Minorías Sexuales).

[2] https://elpais.com/planeta-futuro/africa-no-es-un-pais/2022-07-10/ser-homosexual-en-guinea-ecuatorial-cuando-el-hijo-no-esta-fuera-estudiando-sino-en-una-terapia-de-conversion.html

[3] Tessmann, Günter (2003 [1913]). Los Pamues (los Fang): monografía etnológica de una rama de las tribus negras de África Occidental. José Manuel Pedrosa (ed.), Erika Reuss (trad.). Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá. Servicio de Publicaciones/Ministerio de Exteriores y Cooperación. ISBN 978-84-8138-574-8

[4] www.somospartedelmundo.info

[5] La parroquia santuario de Claret está situada en la ciudad de Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. Pertenece a la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, popularmente conocidos como Claretianos. Fue fundada por el español San Antonio María Claret el 16 de julio de 1849.

[6] La iglesia EPI es una comunidad cristiana protestante de orientación evangélica.

[7] El Santuario de San José está situado en el barrio Banapá. Fue inaugurado por el Monseñor Juan Nsue Edjang el 19 de marzo de 2021. La iglesia está situada a muy pocos metros del Seminario de Banapá, institución fundada en 1884 y considerada la cuna de la Misión Claretiana en Guinea Ecuatorial.