LA DERIVA ECLESIÁSTICA

Por Bonifacio Nguema Yembi

Todos sabemos que la iglesia es una institución de poder, y como tal, a lo largo de la historia siempre se ha alineado con el poder imperante, y en Guinea Ecuatorial no iba a ser menos. Esto viene a cuento por la demasiada propaganda que los eclesiásticos guineanos, tanto obispos y sacerdotes de la iglesia católica, como los pastores y profetas de la evangélica hacen al régimen de Obiang.

Es verdad que Obiang abrió las iglesias después de derrocar a Macías, Iglesias que estaban cerradas y se habían convertido en almacenes de cacao, y que la iglesia guineana se lo agradece, al mismo tiempo que alaba la libertad de culto en nuestro país. Todo eso está bien porque hay que decir y alabar las cosas que se han hecho bien.

Pero del mismo modo que los eclesiásticos alaban y pregonan las buenas acciones de Obiang, y llaman al respeto a la autoridad, también deben criticar lo que se hace mal, por esto de mantener un cierto equilibrio.

La libertad de culto está bien, pero ¿qué pasa con el resto de libertades y derechos? El ser humano necesita tanto la libertad de culto como la libertad de opinión o de expresión, por poner un ejemplo, pero está claro que en nuestro país sólo son válidas algunas libertades mientras que otras no, a nuestro régimen al parecer, sólo se le puede alabar, pero nunca criticar.

En nuestro país los eclesiásticos callan frente a la corrupción, o evitan decir quiénes son la principal causa de esa práctica degradante que nos hunde, y ha dado lugar a una sociedad tremendamente injusta y desequilibrada.

Una práctica que le quita el pan al necesitado, empobrece aún más a los que nada tienen, y lo que es peor, hace que los servicios públicos, sostén de la clase pobre, como escuelas y hospitales, tengan una pésima calidad porque muchas autoridades se llevan dinero público a sus bolsillos, para desgracia de las familias necesitadas.

Les animo a nuestros eclesiásticos a que también critiquen las malas prácticas de nuestro régimen, siendo claros y contundentes, les animo a que rompan una lanza a favor de la justicia y los derechos en nuestro país, Dios nunca abandonó a los pobres y necesitados, Dios nunca se alineó con los poderosos y verdugos.

En esta tierra que es de todos, a ojos de Dios todos los hombres somos iguales y nos merecemos una existencia digna, nadie nace para ser condenado a una existencia mísera por las malas prácticas de otros, por eso hay que abogar por un gobierno justo, que los poderosos no abusen de los que nada tienen.