EXIGIR GARANTÍAS, LUCHAR SIN ESPERAR GARANTÍAS: UNA RESPUESTA AL ARTÍCULO “¿QUO VADIS, CPDS?”, DE JOSÉ EUGENIO NSUE

Por Antonio Miko Abogo, militante de CPDS

La anécdota, de tradición cristiana, con la que José Eugenio Nsue introduce su artículo dedicado a CPDS, y cuya paráfrasis constituye el título del mismo, no parece del todo bien traída para sus propósitos. Pedro, temeroso del dolor de la carne, huye de Roma, y Jesús se le hace el encontradizo para mostrarle el camino de vuelta, el camino correcto. Pedro regresaría a Roma para terminar crucificado, convirtiéndose en la piedra sobre la que Jesús edificaría su Iglesia. Gracias a esa tradición, los papas, sucesores de Pedro, son cabeza visible de la Iglesia de Jesús.

A pesar de que CPDS nunca ha huido de “Roma”, y obviando objeciones de credo, nos conformaríamos con ser cualquiera de los personajes que protagonizan la anécdota: Jesús, que indica el camino correcto a Pedro; o Pedro, que termina haciendo lo correcto desandando el camino hacia Roma. Dejo a la elección de José Eugenio figurarnos como mejor le convenga.

El éxtasis con el que José Eugenio esboza un inminente desmoronamiento del régimen, como si se tratara de un castillo de naipes del que solo bastaría retirar una pieza, me recuerda una anécdota (otra, parece que eso va de anécdotas) atribuida a un hombre de Ebibeyin, militante del partido UP, hallá por los años noventa. Aquel hombre explicaba a sus compañeros la extremada debilidad en la que se encontraba el dictador, las puertas que se le habían cerrado y se iban cerrando en el exterior, el abandono y deserción de sus incondicionales, la estrategia esta vez infalible de la oposición, en fin, que el dictador estaba tan malherido que solo bastaba que se le aplicara un empujoncito para terminar de derribarlo… Y van más de veinte años de aquel diagnóstico político triunfal.

Pero el artículo es, sobre todo, un obelisco a la creencia y defensa de la “soledad” electoral del régimen como solución, creencia tan manida en la oposición en el exilio y en la oposición que no puede optar a concurrir a las elecciones. Cuando Eugenio cita la persecución y represión policial contra la oposición, la violación de la Ley y la intimidación a la población, como supuestas debilidades del régimen, y se pregunta “¿cómo es que el CPDS sale y se preste a echarle una vez más el capote al régimen anunciando su participación a la farsa electoral de Obiang cuando sabe muy bien que de no participar a esa broma macabra, el régimen y Obiang estarían en la cuerda floja, y participando no obtendrá ni sacará nada ni en el Parlamento, ni el Senado, ni en los Ayuntamientos, además del balón de oxígeno que le va a dar al régimen con su presencia?”, no solo está reproduciendo el diagnóstico triunfal de aquel militante de UP de los noventa, también está pregonando el credo de la soledad del dictador, según el cual, el régimen de Obiang proyectaría una apariencia de legitimidad democrática gracias a la concurrencia a las elecciones de CPDS, y que bastaría con retirarle ese “apoyo” para que la comunidad internacional acabe, por fin, viendo que en Guinea Ecuatorial hay una dictadura y acuda a nuestro auxilio. Es muy desalentador y triste que, casi treinta años después de la fallida transición, gran parte de la oposición política y social permanezca aletargada en esa creencia ingenua e infantil, y no asuma que este desafío nos corresponde solo a nosotros mismos. La comunidad internacional la conforman sujetos de derecho internacional público y sus organizaciones; también las organizaciones no gubernamentales y los foros sociales regionales o mundiales . Según esa creencia, ni los estados y sus organizaciones, ni las ONG, ni los foros sociales, saben que en Guinea Ecuatorial hay una dictadura. No explica Eugenio en qué instrumentos o evidencias internacionales se sustancia esa “apariencia” de democracia exterior a la que CPDS estaría contribuyendo; únicamente afirma el credo, como buen creyente que es, con el aderezo de sospechas tendenciosas, de conspiranoias y pactos oscuros improbados, propios de la cultura de la cancelación largamente practicada contra CPDS.

Como este es un debate que vuelve y vuelve, como el día de la marmota, y por momentos se trufa de las peores intenciones y vicios, vamos a tratar de demostrar, desde una perspectiva objetiva, que la comunidad internacional sí sabe que en Guinea Ecuatorial hay una dictadura, y que la concurrencia de la oposición a las elecciones no contribuye en lo mas mínimo a su legitimación democrática (contrariamente a lo que se estila en las proclamas y discursos de los fervientes adeptos de esa creencia, y toda vez que, además, los efectos de la concurrencia contribuyen a exponer las costuras del sistema), a la luz de Freedom House, una organización de esa comunidad internacional a la que habitualmente hacemos referencia sin concreción alguna.

Freedom House es una organización que produce investigaciones e informes sobre una serie de cuestiones temáticas básicas relacionadas con la democracia, los derechos políticos y las libertades civiles. Su publicación mas importante es Libertad en el Mundo, una evaluación comparativa anual que establece estándares en dos grandes categorías, como son los derechos políticos globales y las libertades civiles, y que se viene realizando desde 1972.

Para no desviar el foco de la cuestión que interesa en esta ocasión, vamos a ver la serie histórica de calificaciones que Freedom House otorga a Guinea Ecuatorial en sus informes, desde 1993 hasta 2021, en los apartados de los Derechos Políticos y Libertades Civiles, pero centrándonos en los primeros, tarea para la que hemos extraído los datos para su representación en una gráfica, formato mas visual e intuitivo.

Freedom House califica los derechos políticos bajo la evaluación de 3 subcategorías y 10 indicadores: Proceso Electoral (3 indicadores), Pluralismo Político y Participación (4 indicadores) y Funcionamiento del Gobierno (4 indicadores). Un país recibe de 0 a 4 puntos por cada uno de los 10 indicadores, para un máximo de 40 puntos. Para el puntaje que vemos en el eje vertical de la gráfica, se ha distribuido los 40 puntos en siete rangos de valores o intervalos cerrados: (0-5) =7; (6-11)=6; (12-17)=5; (18-23)=4; (24-29)=3; (30-35)=2; y (36-40)=1; siendo 7 la calificación mas baja (sin derechos políticos), y 1 la más alta (plenitud de derechos políticos).

El proceso para el estudio y puntaje de las Libertades Civiles es similar al de los Derechos Políticos, y los estatus de país Libre, Parcialmente libre, y No libre, resultan de las combinaciones posibles con las calificaciones entre ambas categorías. En el histórico de las calificaciones de las Libertades Civiles, Guinea Ecuatorial obtiene también las más bajas calificaciones (6 o 7), y es evidente que la combinación de las calificaciones mas bajas entre las dos categorías da lugar al estatus de país No libre o sin libertad, como se puede inferir de la lectura de la gráfica.

Un breve recorrido en la participación de CPDS nos informa que en las elecciones legislativas de 1999 obtuvo un escaño, que fue rechazado por el Partido; en las municipales y legislativas de 2004, obtuvo dos diputados, y solo uno en las de 2008. En 2013, primera vez que se elegía a miembros del Senado, CPDS obtuvo un Diputado y un Senador, además de cinco concejales; y, finalmente, en las elecciones municipales y legislativas de 2017 no obtuvo ninguno. De la lectura de la gráfica se obtiene que durante todo ese recorrido participativo de CPDS, el régimen de Obiang ha obtenido la peor calificación posible (7), en el apartado de los Derechos Políticos, y una calificación agregada que lo ha mantenido, años tras año, en el estatus de país No libre o sin libertad. Es decir que ni la concurrencia a las elecciones, ni los periodos legislativos con presencia del Partido en el Parlamento, han contribuido, como afirma Eugenio, a la legitimación democrática del régimen, una imperdonable falacia que dura ya demasiado tiempo, y en la que ha invertido y sigue invirtiendo excesivos esfuerzos la oposición en el exilio en su particular guerra fratricida contra el CPDS.

Esta es una prueba elocuente, clara y contundente de cómo la llamada comunidad internacional ve y percibe al régimen instalado en Guinea Ecuatorial y que revela la estulticia en la que, como José Eugenio, se ha alimentado y fortificado una parte importante de la oposición política y social al régimen y que parece no tener solución de continuidad.

Mientras en Guinea se planifica una “sucesión”, hay una parte de la oposición que se dedica al canibalismo político y asiste como mero espectador. Los militantes, simpatizantes y dirigentes de CPDS, no podemos permanecer pusilánimes ante la crónica de una sucesión anunciada, viendo cómo el régimen se agencia un nuevo periodo presidencial, en el que la transferencia de funciones y de protagonismo, ya iniciada, continuará y terminará de afianzar el control sobre todos los núcleos y resortes del poder, de ese engendro llamado Teodorín. Los militantes, simpatizantes y dirigentes de CPDS, no lo asumimos, y, por tanto, no nos vamos a quedar mirando, viendo el ir y venir de los gerifaltes del régimen con sus comitivas de estómagos agradecidos, paseándose y llegando a todos los recodos de las tierras de Guinea, repartiendo embelecos y miseria, sin hacer nada; creemos que es mejor que si no se obtienen resultados, al menos sea haciendo lo correcto.

No tenemos más recursos que nosotros mismos, y por eso es mas que necesario un bloque común para enfrentar al régimen. Una oposición tan fragmentada y sectaria lo necesita más que nunca. Un bloque común anti Obiang, no un frente común anti CPDS, como lo han sido muchos hasta ahora. Debemos ser generosos y creativos, aprovechar las rendijas que hay para llegar y movilizar a la población, romper con la inercia del régimen y ofrecerle una solución al pueblo de Guinea Ecuatorial. Exigir garantías, luchar sin esperar garantías. Es tiempo de que esa otra oposición, como Pedro, tome el camino de vuelta hacia Roma.