Surafrica: El partido del presidente Zuma le exige que dimita por la corrupción. Xavier Aldekoa.La Vanguardia

A Ace Magashule le tocó vestirse de Judas. Hace apenas quince días, el secretario general del Congreso Nacional Africano (CNA), salió en defensa de su presidente y amigo íntimo, Jacob Zuma y, con aires de lealtad espartana, negó que el presidente estuviera en la cuerda floja. Su fidelidad inquebrantable ha durado quince días. Ayer, Magashule fue el elegido por el partido para aparecer ante los medios y, con una mueca seria pero decidida, confirmar el fin de la era Zuma: el CNA, partido en el poder desde el fin del apartheid, le exige oficialmente, y con carácter de urgencia, que dimita como presidente de Sudáfrica. El aún jefe de Estado sudafricano, en el poder desde el año 2009, vive las últimas horas de una presidencia marcada por la corrupción, los escándalos por amiguismo y una economía en retroceso. Anoche Zuma se resistía a aceptar su destino con la callada por respuesta, pero su falta de apoyos dentro del partido parece haberle sentenciado. Cyril Ramaphosa, vicepresidente del país y elegido presidente del partido el pasado diciembre, será el nuevo hombre fuerte de Sudáfrica en cuanto se confirme el adiós de Zuma y será el encargado de asegurar la victoria para el partido gobernante en las elecciones del 2019.

Para la cúpula del partido, Zuma ya es pasado. El líder zulú negoció hasta el último aliento para que los suyos le dieran entre tres y seis meses para una transición de poder menos humillante, pero el CNA le quiere fuera ya. El propio Magashule cerró la cuestión sin miramientos. “¿Ultimátum? No. Creemos que este es un asunto importante y debería ser tratado con urgencia”.

Aunque legalmente Zuma no tiene por qué obedecer la orden de su partido, el horizonte no es halagüeño para el político de 75 años, que podría ser entonces destituido vía moción de censura en los próximos días, una medida degradante tanto para él como para el CNA.

El presidente Jacob Zuma y Cyril Ramaphosa, actual vicepresidente

El presidente Jacob Zuma y Cyril Ramaphosa, actual vicepresidente (AFP)

Las voces internas del partido que abogan por una “solución amigable” intentan evitar ese extremo. También por interés electoral. Aunque Zuma está totalmente acorralado, continúa teniendo un gran apoyo en las zonas rurales, especialmente en la provincia de Kwazulú-Natal, en el este del país, y se teme que una guerra abierta cueste votos en los próximos comicios.

Para el profesor de ley constitucional de la Universidad de Ciudad del Cabo y autor del libro Los años de Zuma, Richard Calland, tras el anuncio de ayer, no hay vuelta atrás. “Zuma está acabado. La decisión del CNA de pedir su dimisión es un movimiento muy serio; han clavado el último clavo en su ataúd político”.

Además de por una mala gestión económica, los nueve años de gobierno de Zuma han estado marcados por escándalos de corrupción como el desvió de fondos estatales para construir una mansión de lujo privada en la aldea natal del presidente. En el llamado caso Nkandla, por el nombre de la aldea natal de Zuma, el Tribunal Constitucional obligó al político a devolver parte del dinero al erario público y escribió un informe demoledor contra el líder zulú. “El presidente ha fracasado en salvaguardar, defender y respetar la Constitución”.

Para la escritora y periodista sudafricana Nomavenda Mathiane, la expulsión de Zuma responde a la necesidad de Ramaphosa de reafirmar su liderazgo al frente del partido y soltar lastre antes de las elecciones del año próximo. “Está intentando salvar al CNA de Zuma porque les está costando muchos votos y saben que cada minuto que él siga en el poder son votos perdidos en las próximas elecciones”.

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