La primera, la más inmediata, es que abre el camino hacia el procesamiento de Teodorin por la justicia francesa para responder a las acusaciones de «blanqueo y malversación de fondos públicos, mal uso de bienes sociales y abuso de confianza». Teodorin no es el único dirigente africano que está bajo el punto de mira de los tribunales franceses pero puede ser el primero que comparezca ante ellos, por razones de calendario y también por razones políticas: la dictadura guineana cuenta con menos anclajes y capacidad de influencia en París que todos los demás dirigentes de antiguas colonias francesas…
Para Teodorín comparecer ante la justicia francesa supone un serio riesgo de ser condenado. Sus delitos son demasiado evidentes, demasiado ostentosos, su «mala cabeza» le ha llevado a exhibir sin reparo alguno en territorio francés el resultado de los múltiples latrocinios cometidos en Guinea Ecuatorial.
¿Qué consecuencias políticas y personales tendría para Teodorin una sentencia condenatoria? En nuestra opinión tendría graves consecuencias. Hasta ahora el régimen guineoecuatoriano (la dictadura encabezada por su padre) ha intentado «salir del (mal) paso» ocultando a Teodorin, haciendolo pasar a un segundo plano tanto en la política interna como en la política exterior ecuatoguineana. El único acto que se ha apartado de esta política de ocultamiento ha sido su presencia en la Asamblea General de Naciones Unidas del pasado septiembre sustituyendo al dictador. Salvo esta excepción, Teodorin lleva ya años en los que pasa amplios periodos «en paradero desconocido» y desde luego, sin aparecer al lado de su padre y sin «progresos incontestables» dentro de la administración guineana. Si creemos a la revista Jeune Afrique del día de ayer tampoco va a ocupar ningún puesto importante en el «equipo de campaña» del dictador para las elecciones presidenciales que el semanario africanista sitúa en junio de 2016. [http://www.jeuneafrique.com/mag/286673/politique/guinee-equatoriale-role-teodorin/]
Parece dificil hacer compatible esta politica de «ocultamiento» con la asunción de responsabilidades sucerorias en Guinea Ecuatorial [el esquema sucesorio del que más se habla, supone que Obiang en algún momento de su próximo mandato, dimitiría de sus funciones y, conforme a los mecanismos previstos en la «nueva» constitución, estas pasarían sin proceso electoral alguno a Teodorin]. ¿El régimen guineano va a situar a su cabeza a una persona condenada por la justicia francesa y que, en consecuencia, tendría serias dificultades para moverse [y para relacionarse en general] por numerosos países africanos y europeos? Nosotros pensamos que no.
Tampoco pensamos que el régimen se limite a ver venir los acontecimientos. Cabe esperar una respuesta relativamente rápida por parte de Obiang y los suyos. Una respuesta que deberá producirse en los meses que van desde ahora a la cita como inculpado de Teodorin ante la justicia francesa y cuyo objetivo seria precisamente evitar esa comparecencia. ¿Qué respuesta va a ser esa? El régimen guineano no se caracteriza precisamente por sus respuestas inteligentes. [Recordemos las manifestaciones de funcionarios ante la embajada francesa organizadas por Luquito y otros «lumbreras» o las declaraciones «conspiranoicas» al respecto de este tema del propio Obiang]…
Durante años los dirigentes guineoecuatorianos se han caracterizado por su manifiesta arrogancia. Han pensado que la abundancia de petróleo en su país era argumento suficiente para situarlos por encima de cualquier comportamiento respetuoso con las leyes internacionales o las de su propio país. Así han llegado a la actual situación. Teodorin ya no es una figura pintoresca, caracterizada por su vida licenciosa, derrochadora, simpre sin límites y sin cabeza. Ahora se ha convertido en un problema muy grave para el régimen de su padre.